El hotel se siente acogedor y privado, los cuartos amplios, la ubicación y la vista de las terrazas hacia la Alcazaba impresionantes, el staff muy amable en todo momento y el hotel muy clásico y elegante, la cerveza del restaurante te la sirven super helada, recomiendo mucho ver el atardecer en la terraza con un coctel o una cerveza, mi esposa y yo compartimos un steak tartar y una pata de pulpo bien asada. Lo único que me pareció extraño es que las habitaciones no contaban con bar/refrigerador, fuera de eso todo excelente y recomendable.