El hotel es muy bonito, decorado en un estilo rustico muy acogedor. El personal es muy amable, excepto un camarero del turno de noche, el resto fueron muy simpáticos.
Nuestra habitación no era muy grande pero las vistas a la montaña y todo el entorno nos compensó de sobra.
El desayuno esta incluido, lo cual esta muy bien y la cena os recomiendo que reserveis si quereis cenar en el hotel, sobretodo en verano para poder estar en la terraza.
Es un lugar estupendo para pasar unos dias de relax en la piscina, spa o paseando por la montaña. Se pueden hacer excursiones a Gradara, pueblo amurallado muy pintoresco y de ahi salen unas rutas de vinos